Mi experiencia en un accidente automovilístico en Cd. Valles:
En diciembre de 1962 en vacaciones de navidad, (yo tenía entonces 16 años), fuimos a uno de los bailes al Club Rotario de Cd. Valles que le llamaban “posadas”, pero que de posadas era sólo el nombre, y como había que regresar a mi hermana Elena a la casa y mis hermanos mayores la estaban pasando muy bien, me pidieron que yo la llevara a casa, cosa que acepté gustoso, ya que las ganas de manejar en esa edad son inmensas, y ya de regreso al Club Rotario, se atravesaron varias personas, (que luego supe que estaban borrachas), por lo que enfrené lo más que pude y logré “empujar” a una de las personas y cayó de su propia altura con una pequeña herida en la frente fruto de la caída y no del atropello, por lo que la subí al vehículo junto con un hermano de ella y la llevé a la Cruz Roja donde sólo le lavaron la herida y le pusieron un pequeño parte ya que ni siquiera puntadas necesitó y fue entonces que caí en cuenta que si no podía hablar bien era por lo borracha que andaba y no por el atropello, posteriormente, telefónicamente di aviso a Transito Municipal, por lo que me pidieron que los acompañara al Departamento de Tránsito a hacer mi declaración (ya era cerca de las 2:00 a.m.) y ahí quedé en calidad de “detenido” hasta que llegara el juez calificador a las 10:00 de la mañana.
Fue una experiencia muy interesante, ya que desde el momento que supe que no me iba a poder retirar, hice una sola llamada precisamente a casa de mi Tía Inés, porque sabía que estaba despierta porque acababa de dejar ahí a mi hermana Elena, y ella se encargó de difundir la “noticia” a la parte de la Familia y amigos de la Familia que estaban en el Club Rotario, por lo que en pocos momentos se llenó la comisaría de gente que abogaba por mí; sin embargo, ante la ausencia en ese momento del Presidente Municipal y la hora en que sucedieron los hechos, fue más práctico esperar a que dieran las diez de la mañana a esperar al juez calificador a violentar las cosas fuera de la ley por medio de “influencias”.
Otra cosa interesante que sucedió, una vez que se retiraron todos los de la Familia y amigos que habían acudido a abogar por mí, fue que una de las hijas de unos compadres de mis Padres, como ya era hora de que su Papá pasara por ella al Club Rotario, se le ocurrió llamar a su Papá para que pasara por ella “a la cárcel” en lugar de al Club Rotario, por lo que ya se imaginarán el gran susto que le hizo pasar a su Papá.
No puedo dejar de olvidar que mi hermano Ernesto me dijo que me quitara el saco y la corbata, que por cierto estaba estrenado traje, y me dio su suéter para que estuviera más cómodo, y aunque no estaba precisamente en una celda, si estaba detrás de una reja en un pasillo en donde había una banca en la que traté de dormir un poco; sin embargo, un poco más tarde, ya cerca de las 4:00 a.m., llegó en calidad de detenido el hermano de la atropellada, que por su ebriedad andaba escandalizando y a él sí lo pusieron en una celda, que daba al pasillo donde yo me encontraba, y al reconocerme, me empezó a amenazar que al día siguiente que saliera, me iba a buscar para golpearme porque había atropellado a su hermana, por lo que me dediqué a convencerlo con mucha paciencia y tacto, que todo había sido un accidente y se debió principalmente a la imprudencia de ellos al cruzar la calle y quedarse en medio de ella; finalmente, ya casi amaneciendo, me llamó para que me acercara a su celda y tenderme la mano para pedirme una disculpa, por lo que yo estaba muy asustado de acercarme porque, mayor que yo y mucho más fuerte, por dedicarse a labores físicas, temía que fuera un truco para agarrarme de la mano y darme una tranquiza, sin embargo, sus palabras me parecieron sinceras y confié en el, ya que se le estaban pasando los efectos de la borrachera, y le tendí la mano y quedamos como “amigos”.
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